Individuación es un
término acuñado por Carl Gustav Jung dentro del contexto de la psicología analítica.
Hace referencia al proceso de desarrollo psicológico de cada ser humano a lo
largo de toda su vida. Individuación implica un proceso de mirarse y trabajarse
a sí mismo, de explorar áreas internas desconocidas para poder despertar y
desarrollar aspectos que nos llevan a ser lo que auténticamente somos y que hasta
el momento habíamos sido sólo en potencia. Es una manera de encontrarse a sí
mismo en lo que genuinamente se es y en diferenciarse de los ideales y
expectativas del colectivo que hemos internalizado a lo largo de la vida. Es
posible que seguir el propio proceso de individuación implique tomar decisiones
que se diferencien de los ideales de nuestro colectivo como familia, amigos,
entorno laboral, grupo social, comunidad.
En la niñez y
adolescencia la individuación consiste en lograr una adaptación al mundo social
circundante, necesitamos interiorizar el colectivo en el que vivimos. A lo
largo de la vida este proceso de interiorización se va dando tanto consciente
como inconscientemente. Ya en la adultez tenemos que hacer un movimiento
prácticamente contrario, es decir, tenemos que distanciarnos, separarnos de algunos
ideales, mandatos internos y externos del colectivo para poder descubrir
quiénes somos realmente como seres únicos y particulares, desarrollar nuestros
potenciales y aportar al mundo lo que es auténticamente propio.
El proceso de
individuación, como la vida misma puede ser tanto doloroso y difícil como
gratificante y satisfactorio. Hacer conciencia de ciertos aspectos que hasta
entonces no habíamos visto puede resultar incómodo pero a la vez nos fortalece,
nos hace más resilientes y nos permite la emergencia de recursos internos así
como transitar nuevos caminos, nuevas formas de ser y de relacionarnos que nos
van enriqueciendo. La individuación es un proceso de humanización, es decir, de
aterrizar y acogernos en lo que realmente somos: seres humanos con fortalezas y
debilidades, con cualidades y defectos. No somos lo uno ó lo otro, sino lo uno
y lo otro y el reto está en reconocer y acoger ambos opuestos en nosotros
mismos y en las otras personas.
Una vía
privilegiada de individuación es la psicoterapia/el análisis. Las
transformaciones psicológicas necesitan tiempo para que se vayan gestando e
integrando. Este trabajo requiere y merece que le demos tiempo y espacio. El
trabajar con un terapeuta/analista, que está afuera de nosotros mismos y ha
transitado este camino, nos ayuda a ver las propias zonas ciegas. Así mismo,
nos ayuda a sostener aspectos difíciles propios que se pueden evidenciar en el
proceso, dándonos la oportunidad de sanar heridas, de reparar y transformar maneras
de establecer vínculos que nos generan sufrimiento.
El trabajo
psicoterapéutico/analítico va permitiendo que uno esté más receptivo y en
contacto con la sabiduría de las propias zonas desconocidas, inconscientes, que
nos permite poco a poco ser más íntegros y completos, y así mismo, interiorizar
y activar la función sanadora y terapéutica en y con nosotros mismos.